2020-03-19

Como una gran instancia de diálogo se realizó conversatorio sobre Mujeres y Derechos Humanos.

En la actividad se conversó sobre el trato a mujeres inmigrantes, participación masculina e inclusión de disidencias sexuales en el movimiento feminista.

Organizado por el Departamento de Política y Gobierno, se realizó el conversatorio “Los derechos de las Mujeres son Derechos Humanos” en el que estuvieron invitadas representantes de las organizaciones feministas Abofem, Coordinadora Feminista 8M, Microsesiones negras y Colectivo negradas. Estas dos últimas corresponden a agrupaciones de mujeres negras y afrodescendientes en el país.

En esta ocasión fueron las asistentes quienes determinaron los temas a discutir, resultando los más escogidos institucionalidad y derechos en torno a mujeres afrodescendientes e inmigrantes, si es necesaria la participación o inclusión de hombres en el movimiento y el trato a disidencias sexuales -especialmente personas transgénero-.

Respecto al trato de mujeres afrodescendientes e inmigrantes uno de los temas que más destacó fueron los prejuicios que se tienen frente a estas, los que se expresan mayoritariamente en el área del trabajo. Priscila Vierling, chilena afrodescendiente y miembro del Microsesiones Negras, mencionó que -a pesar de ser chilena- ha tenido dificultades al encontrar trabajo por es sólo hecho de tener un “cabello distinto”, ejemplificando que le piden peinarse o mantener el pelo en orden, “a una persona con el cabello liso no le van a pedir que se lo tome”. También mencionó que no son pocas las veces en las que le han preguntado si tiene sus papeles legales al día, infiriendo que no es chilena. Al respecto recalcó que “en Chile no se asume que hay descendencia afroamericana”.

Otra problemática evidenciada fueron los estereotipos en torno a mujeres negras y las dificultades que estas tienen al momento de validar o acceder a estudios.
Vierling se refirió a los estereotipos mencionando que “las personas negras o afrochilenas estamos visibilizadas como si fuéramos mano de obra barata, trabajadoras sexuales o hechas para el trabajo forzado”.

Thaïna Henry -haitiana parte del Colectivo Negradas- mencionó que en su caso, tuvo que ingresar a un 2×1 para sacar sus estudios, validarlos en la embajada de Haití tenía un costo de alrededor de 200 dólares, sin contar todo el papeleo que impedía que ésta validación se hiciera de forma expedita. “Las clases (en el 2×1) eran muy fáciles, ponían notas sólo por estar presente, por pasar el tiempo y sacar el certificado”. Con esto dio cuenta de las irregularidades del sistema educativo en el país.

Magally Ávila, vocera de 8M, hizo mención al trato distintivo que se hace al llamar a ciertas personas “inmigrantes” y a otras “extranjeros” dependiendo de su país de procedencia.

La presencia de hombres en el movimiento feminista fue uno de los temas que causó más debate dentro de la actividad, debido a que según 8M, no era necesario hablar de la presencia de hombres en un foro feminista de mujeres, por su parte, Angye Mercado -educadora colombiana y parte del Colectivo Negradas- resaltó que sí era necesario conversar sobre el tema, ya que en su rol de educadora y hermana mayor creía tener la responsabilidad de guiar a los niños a los que educaba.

Una de las asistentes al conversatorio declaró que “la cosa se facilita si se tiene a un compañero criado, estructurado y aliado a las lógicas feministas”. Ana Farías -académica de Política y Gobierno- adhirió a esta opinión enfatizando en el impacto que tuvo la toma feminista de 2018 en los estudiantes.

De parte de 8M, confesaron que “En algún momento tuvimos una discusión respecto a cuál era el rol (en relación a los hombres) y decidimos que es trabajar para nosotras, para autoformarnos y ayudar a difundir a otras mujeres que quieran aprender. Hay que diferenciar esto del rol que pueda tener el estado en promover una educación feminista -no sólo no sexista- para los niños”

Ante esto señalaron que es más importante sumar a las mujeres y disidencias que faltan y no son visibilizadas. “Faltan muchas más realidades que sumar antes que a los hombres cis”.

Finalmente, uno de los desafíos más urgentes que se planteó para el feminismo 2020 fue el de la interseccionalidad dentro del feminismo, específicamente el trato discriminatorio a la comunidad transgénero. Uno de los asistentes mencionó que al asistir a la marcha del pasado 8 de marzo “se vivieron hechos de violencia contra los compañeres trans y no binaries, escuchábamos constantemente susurros que se nos acercaban y nos decían que los machitos y los pololos pa´ la casa. Fue heavy porque andábamos con banderas trans, era evidente”.
Ante esto hizo la comparación entre la experiencia de mujeres que vivieron la marcha para las que está fue “tan hermosa. Nunca me había sentido en un lugar tan seguro, me sentí libre y que no me iba a pasar nada” y su experiencia como persona transgénero que vivió la marcha “con mucho miedo” en un lugar que debería ser seguro.

Angye Mercado también fue testigo de esto, “fue un poco aterrador ver cómo las mismas mujeres sacaban a mujeres trans porque decían que no eran mujeres, es duro ver como en una marcha feminista se rechazan estos cuerpos de mujeres trans. Es triste porque a pesar de que yo no lo he vivido, se siente lo rechazadas y excluidas que se sienten”.

Ante esto, se planteó la duda de cómo las mujeres blancas cis hetero -que son un número mayor dentro del movimiento feminista- abordan la interseccionalidad y como se pueden abordar y detener las acciones discriminatorias antes las disidencias.

De parte de la Coordinadora Feminista 8M respondieron que “como mujeres blancas cis con privilegios no podemos tomarnos la lucha de ustedes, sus vocerías deben ser de ustedes. Lo que más podemos hacer es no tomar protagonismo de estos discursos y apoyarlos, darles el espacio y oportunidad”.